Hace unos días se
nombró por parte de los 193 países miembros a Michelle Bachelet alta
comisionada para los DDHH de las Naciones Unidas, cargo que asumirá el 1 de
septiembre del presente año, 2018. Desde este puesto, considerado uno de los
más complejos dentro de la ONU, Bachelet será la encargada de denunciar los
abusos más graves en materia de Derechos Humanos cometidos por los países y
trabajar para dar una solución a estas situaciones.
Pero, para saber
porqué Bachelet es la idónea para este trabajo tenemos que adentrarnos en la peculiar
naturaleza política de Chile. Este Estado es el único del mundo que tiene en
democracia una constitución aprobada en dictadura bajo mando militar. Se impuso
por la dictadura militar a través de un plebiscito fraudulento, modificada en
algunos aspectos por los acuerdos entre la dictadura y la oposición entre el
plebiscito de 1988 y las elecciones presidenciales de 1990 por un nuevo
referéndum, esta vez correcto, en julio de 1989, que buscó asegurar su
perennidad e inmutabilidad a través de cinco mecanismos-enclaves:
1. La incorporación al
Senado de miembros nominados al margen de elecciones populares: senadores
elegidos por la corte suprema, el presidente de la república y el consejo de
seguridad nacional.
2. La incorporación al
senado de los ex presidentes de la república (sin distinción de si fueron o no
elegidos democráticamente).
3. Un constitucionalismo
rígido, con procedimiento ordinario y agravado con cierta semejanza al sistema
español (2/3 de sus disposiciones más importantes y 3/5 para el resto).
4. Un sistema electoral
minoritario binominal inspirado en el sistema polaco con el que se perseguía asegurar la futura estabilidad política de ese
país, permitiendo mantener la preeminencia del Partido Obrero Unificado Polaco frente
al creciente poder del opositor Solidaridad, en el
que, salvo en el caso de que una de las combinaciones políticas doble a la
segunda mayoría, los dos diputados del distrito o los dos senadores de la
circunscripción se dividen entre los dos más votados con lo que se producía un
empate en el 90% de los distritos, y en prácticamente todas las
circunscripciones electorales. Esta situación provocaba que hubiese bloques de
alianzas con un fuerte clivaje ideológico, llamados Concertación (actualmente
Nueva Mayoría) y Alianza (actualmente Chile Vamos) con una inexistente
fragmentación que otorgaba un gran poder de veto y cortafuegos a los partidos
más arraigados y que producía una participación extremadamente baja por parte
de los jóvenes, el sector más movilizado con sus demandas estudiantiles. Además
estaba prohibido el voto de los emigrantes, evitándose así que votasen los
chilenos refugiados de la dictadura.
5. Necesidad de 4/7 de los
diputados y senadores en ejercicio para aprobar Leyes Orgánicas, sin olvidar
que muchos no son elegidos democráticamente.
Estos enclaves
autoritarios, que constituyen poderes fácticos y de jure, no significan que
se esté viviendo aún una transición política, esta acabó cuando se cedió el
poder ejecutivo al presidente Aylwin. Esto significa que dejó una democracia
incompleta según Garreton con insuficiencias constitucionales, electorales y
cívicas.
Los dos primeros
enclaves, los constitucionales, fueron sustituidos por el antecesor y padrino
político de Bachelet en el año 2005, el presidente Lagos. Entre las medidas de
mayor calado de su reforma constitucional: redujo el mandato ejecutivo de 6 a 4
años, eliminó los senadores vitalicios y no elegidos democráticamente y aumentó
las facultades control del poder legislativo sobre el ejecutivo.
Bachelet en sus
dos mandatos no continuos, siguió una senda continuista de Lagos, en el sentido
de seguir su estela progresista y transformadora, ella abordó los dos
siguientes tipos de enclaves autoritarios, por un lado consiguió una reforma
electoral que otorgase un carácter proporcional y representativo a las
elecciones que aumentase de dos a tres los diputados y senadores a elegir en
algunos distritos y circunscripciones, aumentó el número de diputados de 120 a
155 y el de senadores de 38 a 50, una
"ley de cuotas" que asegurase en un 40-60% la paridad en los cargos
políticos, y que por fin se permitiese el voto en el exterior para emigrantes.
Junto a ese
enclave electoral eliminado a final de legislatura, Bachelet ha demostrado sus
habilidades políticas luchando en un Estado aun influenciado por los enclaves
que obstaculizan una democracia sustantiva por la necesidad de altos quórums y
por un potente neoliberalismo económico: por una nueva ley del aborto menos
regresiva para casos extremos, la legalización de las uniones civiles entre
homosexuales, una reforma tributaria progresiva que gravaba a las grandes
empresas y daba beneficios tributarios a las PYMES, y una reforma educacional
que aun con sus claroscuros como la defensa de la convivencia entre lo
público y lo privado en este sector y que no elimina la lógica de
endeudamiento, firma la gratuidad para el 60% de los jóvenes más pobres del
país que acceden a la Educación Superior
Para concluir, con
este resumen de los enclaves y su evolución, vemos: el contexto chileno de
democracia incompleta con unos procedimientos constitucionales que siempre se
lo han puesto extremadamente difícil a la izquierda, la fuerte tradición del
clivaje izquierda-derecha frente a la desideologización y desmovilización a la
que empezamos a acostumbrarnos en Europa, y el retraso en cuanto a derechos
sociales y culturales que sufría Chile a pesar de gobernar ininterrumpidamente
la Concertación desde la transición y el atrevimiento de Lagos de ser el primer
presidente que se atreviese a dar el paso de reformar el sistema.
Así pues, a los
socialistas no nos quedan dudas del gran reto que supone un cargo para el que
ha sido seleccionada Michelle Bachelet pero tampoco nos cabe duda de su astucia
política ni de sus fuertes convicciones progresistas con las que ha sido capaz
de navegar y sortear a una de las derechas más duras y reaccionarias de América
Latina junto a un sistema heredado y diseñado a la medida de los mismos que
finalmente ha podido ser transformado.
¡Mucha suerte y aciertos en esta nueva
etapa compañera Bachelet!
Guillermo Ortiz (Secretario de Política Internacional y Europa de las JSA-Zaragoza).
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