Siete
mil millones de personas nos vemos obligados a
convivir en un planeta sobreexplotado en recursos naturales en el que cada día
se observa más la necesidad de tomar medidas eficaces a un problema global.
Mucho ha llovido desde aquel 5 de junio de 1973 en el que la Asamblea General
de Naciones Unidas (ONU) creó el Día Mundial del Medio Ambiente. Poca
conciencia se ha tomado en algunas partes del globo.
Lo preocupante no es solo que no se tome
conciencia, sino que no la tomen los que cargan con una mayor responsabilidad a
sus espaldas, debido al gran nivel de contaminación que generan sus países. Es
el caso de Estados Unidos y de su
presidente, Donald Trump, que tras su llegada a la Casa Blanca decidió en 2017 salirse del Acuerdo de
París para el Cambio Climático, el primer pacto internacional para reducir la emisión de gases
contaminantes de efecto invernadero a la atmósfera. Las naciones participantes
se comprometieron en ir rebajando el porcentaje de emisiones contaminantes y un
plazo en el que cumplirlo durante las próximas décadas. Un acuerdo que contó
con el compromiso ratificado del expresidente norteamericano Barack Obama.
Este acuerdo por el
cambio climático, fue ratificado en París a finales de 2015 por casi 200 naciones, siendo únicamente
Siria y Nicaragua los países fuera del acuerdo. Formaban parte de él dos de los países más contaminantes del
mundo, EEUU y China.
Con la salida de EEUU,
se complica el objetivo ratificado
por el resto del mundo de mantener el alza de la temperatura global por debajo de los 2ºC. Estados Unidos
contribuye con alrededor del 15% de las
emisiones de carbono mundiales, pero también es la fuente de financiación y
tecnológica para muchos países subdesarrollados que llevan adelante esfuerzos
para luchar contra la subida de las temperaturas. Esta retirada norteamericana abre la puerta a China a proclamarse el
nuevo líder mundial contra el cambio climático, que en las próximas décadas
deberá afrontar dicha responsabilidad e intentar concienciar a EEUU de que la
vía de ser más competitivos a costa de nuestro planeta está empezando a
desfallecer.
En mi opinión, hay
esperanza. La pregunta es: ¿llegará demasiado tarde? Estoy seguro de que EEUU
reconducirá sus políticas medioambientales, aunque es probable que tengan que
pasar varios años y un nuevo interlocutor para darse cuenta de que resucitando
al agónico gigante del carbón no se van a crear los “miles de empleos” que
prometen a largo plazo. El impacto sobre la calidad del aire y la indignación
ciudadana ante la gran contaminación, unido a un precio cada vez más competitivo de las energías renovables muestran un camino consumado y una vía de luz sin
retorno que se abre paso para salvaguardar la sostenibilidad de nuestro
planeta.
En 1948 nos dijeron
que debíamos respetar una serie de derechos fundamentales intrínsecamente
unidos a la naturaleza humana, ratificados en la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, pero, ¿acaso esa tarea no se extiende al deber de garantizar
nuestra existencia con futuras generaciones?
Os recuerdo, siete mil millones de
personas. Será
tarea de todos, y más aún de aquellos que ignoran la realidad cuando el resto
del mundo comienza a darles la espalda.
Álvaro Lombardo Mañes (Secretario
de Economía y Medio Ambiente de las JSA-Zaragoza).
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