El compromiso de una generación

"Una sola historia roba la dignidad de los pueblos”. (Chimamanda Ngozi Adichi). Con esta frase, la escritora nigeriana de 39 año...

África pide socorro

"Una sola historia roba la dignidad de los pueblos”.
(Chimamanda Ngozi Adichi).

Con esta frase, la escritora nigeriana de 39 años, alerta sobre los peligros de ser víctimas de un solo relato, y se pregunta “¿Por qué no decimos nada?”.

Sin duda, es un buen punto de partida, en el sentido de que la sociedad occidental no puede ni debe seguir cerrando los ojos ante la situación de un continente que agoniza ante el impasible silencio de millones de personas.

No podemos abandonar a su suerte a una parte tan importante del planeta. No es ético ni moral girar la cabeza hacia otro lado mientras una inmensa mayoría de la población africana sufre hambrunas, epidemias, y enfrentamientos bélicos.

Menos aún, cuando el artículo 1 de la Declaración de Derechos Humanos de las Naciones Unidas pone negro sobre blanco la idea de que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Especificando el artículo 2 de dicha Declaración, que esto será así “sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”.

África es muy heterogénea, geográfica y culturalmente. Pero a todas luces resulta necesario abordar su problemática desde un punto de vista radicalmente distinto. No debiendo olvidar, que la democracia es el mejor baluarte contra este tipo de situaciones, en el sentido de que dinamiza a las sociedades a la par que, impulsa su crecimiento y favorece su estabilidad.

Cabría preguntarse entonces, si sería posible abordar la situación del continente africano desde un prisma socialdemócrata, en el que las aristas del mismo fueran los principios sobre los que dicha corriente ideológica se eleva, y que bien podrían sintetizarse en los tres que nacieron fruto de la Revolución Francesa, siendo estos: la Libertad, la Igualdad, y la Fraternidad.

Libertad en el sentido de que cada africano o africana pueda elegir de manera responsable como actuar dentro de su sociedad. Igualdad ya sea entre las propias personas que conformen la sociedad africana como a escala internacional sin que su nacionalidad represente un hándicap a la hora de integrarse en otros países. Y fraternidad, en el sentido más amplio de la palabra, tanto entre estados como entre personas, poniendo en práctica por consiguiente la cultura de la solidaridad.

A veces nos preguntamos, por qué estas personas se juegan la vida para llegar a nuestros territorios. Sin embargo, la situación de crisis económica en la que se encuentra sumido occidente desde hace años se descubre tristemente, como el perfecto caldo de cultivo para los discursos excluyentes. No obstante, la xenofobia, nunca debería representar la solución a ningún problema, ya que tan solo pone muros de papel a la realidad mientras genera odio hacia el diferente. Por eso siempre, una sociedad que no respete la diversidad inevitablemente será una sociedad enferma.

Pero tampoco podemos caer en el error de pensar que este artículo trata el tema desde una ventana que únicamente nos muestre paisajes subjetivos, puesto que más allá de la posición ideológica de cada cual, la situación en la que se encuentra África representa un problema social a nivel global.

El propio Melendi, reflejaba ya en el año 2003, en su primer trabajo, la dramática situación que atraviesan muchas personas del continente africano, en el estribillo de una de sus canciones, cuando decía: “Ella es la mujer pantera que cruzó en patera las olas del mar y dio la vida entera por un segundo de libertad”.

En consecuencia, la pregunta que todos y todas deberíamos hacernos es: ¿por qué alguien se juega la vida para llegar a un sitio en el que no sabe si tendrá futuro? Imaginaos por un segundo como tienen que ser sus certezas para apostar todo lo que tienen a la más absoluta incertidumbre.

Decía Justo Boleika Boleká, en el libro Palabra abierta: conversaciones con escritores africanos de expresión en español, que: “El fenómeno de la inmigración es psicológico primero y económico después. Psicológico si tenemos en cuenta la aculturación programada desde la escuela europea en África. (…) Y económico porque el africano necesita colmar sus necesidades o carencias.

Sea como fuere es necesario abordar a escala nacional una importante labor de pedagogía de la integración, así como actuar en el propio continente para conseguir revertir la dinámica adquirida a lo largo de todo este tiempo.

De momento, hoy día 25 de mayo, día de África, sólo nos queda decir:
“Brillas como el sol envuelta de hermosura. Welcome to África, agónica África”.
(SKA-P).


Ignacio Martínez Moreno: Sº de Cultura e Innovación de las JSZP

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