Cinco de junio. Día mundial del medio ambiente. Vaya, qué cosas… si
tiene un día mundial y todo. Claro, ahora hay día mundial de todo… No sé para
qué lo hacen, ya se podrían ocupar de otras cosas…
Y sin embargo quería empezar
este post de forma positiva. Y así es. Lo que hemos leído justo arriba podría
ser lo que probablemente hubiéramos escuchado hace unos años. Por suerte cada
año lo tenemos más difícil. Y lo tenemos más difícil porque sí hemos avanzado.
Sí existe una mayor conciencia medioambiental. Sí reciclamos. Sí consumimos más
energías limpias.
"¿Por qué escribir
entonces? Aún quedan cosas por hacer, pero vamos bien.
¿Seguro que vamos bien?
Bueno… no tanto.
Ya decía yo."
Cierto es que España recicla
aproximadamente el 70% de sus residuos, lo cual es, desde luego, una cifra para
estar satisfechos ya que nos coloca entre los primeros puestos de Europa. Ahora
bien, si alguno de los que estáis detrás de la pantalla creíais que solo me iba
a dedicar a poner porcentajes que nos hicieran sentir mejor, siento decir que
estabas equivocado o equivocada. Ese 70% que nos puede hacer sentir bien choca
con el cercano 60% que el gobierno central ha recortado en ciertas partidas
dedicadas al medio ambiente entre 2011 y 2014. Por suerte, dichas partidas no han
desaparecido. Solo se han visto reducidas un 46% para 2017. Y sí, están ahí,
pequeñas, cada vez más pequeñas.
Claro, que para cosas pequeñas
tenemos el avance de las energías limpias en España. Un 0,01 para ser exactos
hace tan solo dos años.
Pero basta de cifras. Jamás he
visto aflorar una conciencia regándola con datos.
El medio ambiente es mucho más que un
conjunto de energías que no dañan el entorno. Es mucho más que reutilizar
materiales mientras reducimos su consumo. El medio ambiente es conciencia. Es
conocernos a nosotros mismos.
El medio ambiente es un espejo que refleja nuestro espíritu; nuestra
sensibilidad y capacidad de cuidar de algo que no nos pertenece. Porque no es
una propiedad, sino un préstamo que tenemos que devolver a nuestros hijos e
hijas. Gracias a él hemos podido desarrollarnos como especie, crecer como
diversas civilizaciones y llegar hasta donde estamos. Hemos recorrido juntos
millones de años mientras nos proporcionaba alimento y recursos para nuestras
casas y vestidos.
Lo único que nos pedía a cambio
era un poco de respeto. Nada más.
¿Se lo hemos dado? ¿Hemos
cuidado de él? Creo que no.
Hemos consentido que bosques
enteros desaparecieran para construir armadas con las que luchar en nuestras
guerras. Hemos arrancado de la tierra miles de árboles para cultivar
los aceites con los que fabricamos alimentos que deterioran nuestra salud.
Hemos talado nuestros pulmones naturales para que nuestras arterias se
atasquen. Hemos asfixiado la Tierra hasta tal punto que muchas personas se
asfixian literalmente en medio de la tenebrosa nebulosa que simboliza nuestro
triunfo y progreso.
¿Sobre quién hemos triunfado? ¿Sobre
quien nos dio la vida y los medios para seguir manteniéndola? ¿Sobre las
especies más débiles que han sucumbido ante nuestra imparable ansia y que ya
nunca más volverán? ¿Es eso progreso?
Quien crea que nuestras cotas
de bienestar material justifican que millones de personas vivan en medio de
nubes de contaminación, que millones de personas escalen montañas de deshechos
para conseguir alimentarse un día más o que el agua vaya camino de convertirse
en un artículo de lujo en algunos lugares no sólo no ha respetado el medio
ambiente, sino que ha vencido (y por tanto derrotado) a alguien: A sí mismo.
No es una cuestión de
catastrofismo. Es la realidad que nos rodea. El medio ambiente, nuestro planeta
está cada día más débil, y pronto no podrá seguir ofreciéndonos lo que
necesitamos. Cuestiones como el reciclaje, el uso de nuevas energías, de
materiales con bajo impacto, cambios en nuestro modelo productivo son vitales
para su conservación y su recuperación.
No es este artículo una advertencia,
sino una apelación. No importan los motivos, ya sea pragmatismo para salvar lo
que nos permite vivir, o una conciencia despierta que no puede quedar impasible
ante la agonía que nos rodea. Lo realmente importante es que todos y todas
hagamos lo que esté en nuestra mano para salvar no solo al medio ambiente, sino
a nuestras propias conciencias y dignidad como seres que se vanaglorian de ser
racionales y sensibles.
0 comentarios: