El compromiso de una generación

  El 31 de marzo celebramos el Día Internacional de la Visibilidad Transgénero, cita en la cual conmemoramos a las personas trans y tomamos ...

La T de LGTB

 

El 31 de marzo celebramos el Día Internacional de la Visibilidad Transgénero, cita en la cual conmemoramos a las personas trans y tomamos consciencia de la discriminación que, desgraciadamente, aún a día de hoy sufre este colectivo.


Este día surge en respuesta a una carencia que se ha ido avistando desde los comienzos del movimiento LGTB y es que, simple y llanamente, las personas trans todavía son relegadas y olvidadas en la sociedad. Es cierto que el colectivo LGTB ha presenciado un aumento exponencial en derechos y libertades estos últimos años; el clima de comprensión y aceptación de la sociedad hacia el colectivo deja largos años oscuros en los que hemos tenido que vivir escondidos y al margen. Sin embargo, este aumento de derechos y libertades no ha sido por igual dentro de todos los miembros del colectivo, siendo las personas trans las grandes olvidadas de esta lucha de derechos. Siendo que, paradójicamente, ellas han sido las principales tractoras del movimiento y, sin ellas, probablemente no estaríamos donde estamos.




La transfobia en nuestra sociedad sigue viva: para muestra, unos cuantos datos que enseñan las cuentas pendientes y que, a mi entender, han de ser un pilar clave en la política social en los próximos años: en España, según la FRA, el 77 % de las mujeres trans han sufrido discriminación a la hora de buscar empleo; de las que lo han encontrado y están trabajando, un 44 % han sufrido discriminación en el entorno laboral (siendo de un 34 % si incluimos a todas las personas trans).


Y es que estos datos no son tema baladí, pues el empleo (el trabajo, en definitiva) es un componente clave para el desarrollo psicológico, económico y social de una persona y, si obviamos la realidad de este sector de la población, estamos abocándolas a la marginalidad, provocando otros problemas mucho más graves, como son el suicidio, la drogadicción o la prostitución.


En suma, la sociedad y, concretamente, el resto de miembros del colectivo LGTB (pues sin las personas trans no culminaremos nuestra lucha) no podemos vivir de espaldas a la realidad y sufrimiento de estas personas. Por todo ello, en calidad de garantes del bienestar, los poderes públicos tienen una deuda incondonable con el colectivo trans; en los años venideros han de ponerse en marcha políticas (que se sumen a las ya implementadas) que den respuesta a esta problemática y pongan fin a años de incomprensión y odio.


Recordemos que la “T” de “LGTB” también existe.


Mario Fortanet Anadón

Secretario de Igualdad LGTB, Diversidad y Política Institucional de las JSA-Zaragoza

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