Vivimos tiempos de
incertidumbre y de mucha complejidad, consecuencia de una pandemia mundial sin
precedentes que ha puesto en jaque a nuestras sociedades y ha evidenciado la
importancia de tener sistemas democráticos consolidados, con servicios públicos
fuertes. Se ha evidenciado, además, lo fundamental que resultan la solidaridad
y las redes de cuidados. En definitiva, se ha evidenciado la importancia de situar
a las personas, a la vida, siempre en el centro de toda acción política.
La forma en la que hemos
vivido desde las instituciones públicas esta situación, o al menos cómo la he
vivido yo, ha sido muy dura, especialmente en la parte emocional, pero también
en la laboral. Hemos conocido situaciones profundamente dolorosas provocadas
por el virus y los estragos que está dejando, y hemos vivido en primera
persona, también, situaciones que nos han marcado ya para siempre, porque las
personas que estamos en política, nuestros entornos y familias, también han
sido golpeados, en mayor o menor medida, por esta dura realidad que nos toca
vivir. Y, en el plano labora, hemos tenido que dar un giro de 180 grados, de
manera inesperada y abrupta, y cambiar nuestros proyectos políticos e impulsar
medidas nuevas en el marco de una realidad insólita que nos azotó con
virulencia y alevosía.
Desde la Dirección
General de Cooperación al Desarrollo e Inmigración del Gobierno de Aragón
entendimos que, en el marco de la nueva situación derivada del COVID-19, teníamos
que trabajar en unas líneas muy concretas. En el caso de cooperación al
desarrollo teníamos que garantizar que las políticas de solidaridad siguiesen
estando en el centro de la acción política, especialmente en este momento, y
para ello hemos impulsado, en circunstancias excepcionales, el Plan Director de
la Cooperación aragonesa para el Desarrollo (2020-2023), que es la herramienta
que fija las prioridades geográficas, sectoriales y transversales de la
política de codesarrollo de Aragón, y la I Estrategia de Acción Humanitaria de
Aragón, que está en proceso de elaboración, contando para ello, de manera
telemática, con todos los agentes de la cooperación para el desarrollo de
Aragón.


A partir de ahora tenemos
que reforzar una línea ya iniciada a principios de 2020, y que se torna
imprescindible reorientarla a la nueva realidad que nos toca vivir fruto de la
pandemia, y que tiene que ver con el desmentido de bulos racistas y la creación
de nuevas narrativas positivas en torno a la migración, poniendo en valor todos
los beneficios que las personas migrantes aportan a Aragón.
Son muchos los retos que
tenemos por delante, y los que estoy segura de que vendrán. Es el momento de la
responsabilidad, el diálogo, el consenso y la unidad. Es tiempo de anteponer
los intereses de la comunidad a los individuales, porque este virus lo paramos
entre todas y todos, como ya hemos demostrado con un ejercicio de
responsabilidad cívica y social ejemplificante. Juntos y juntamos lo
conseguiremos.
Natalia Salvo Casaus
Directora General de Cooperación al Desarrollo e Inmigración del Gobierno de Aragón
Secretaria Federal de Agenda 2030 de las Juventudes Socialistas de España
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