Julián Besteiro, un hombre de paz

JULIAN BESTEIRO

Un hombre de paz

(Madrid, 1870 - Carmona, Sevilla, 1940).

Educado bajo la influencia de la Institución Libre de Enseñanza compartió muros con personajes tan relevantes como Fernando de los Ríos, Antonio Machado o Constancio Bernaldo. Realizó estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid, pasando importantes temporadas en otras universidades como la Sorbona o las de Múnich y Berlín. En 1912 ingresará en la Agrupación Socialista Madrileña, consiguiendo la cátedra de lógica fundamental en la facultad de filosofía y letras ese mismo año. Desde 1913 fue concejal en el Ayuntamiento de Madrid. En 1917 formó parte del Comité de Huelga y fue a la cárcel por ello, de donde salió amnistiado en 1918. En aquel mismo año fue elegido diputado. Y en 1922 se convirtió al mismo tiempo en vicepresidente del PSOE y de la UGT. Sería Presidente del PSOE desde 1925 a 1931 y de la UGT hasta 1931, abandonando ambos, pero siendo reelegido en 1932, Presidente de la UGT hasta 1934. Ostentará también la Presidencia de las Cortes desde el 14 de julio de 1931 al 9 de octubre de 1933.

Besteiro creía que el socialismo vendría únicamente si aquellos que los defendían se comportaban de forma honrada y educada. En plena guerra civil renegó ante las numerosas posibilidades de conseguir un exilio tranquilo y protegido de cualquier ataque. Siguió trabajando en la universidad, siendo elegido en octubre de 1936 decano de la facultad de filosofía y letras y cumpliendo con las obligaciones de la responsabilidad de ser concejal en el ayuntamiento de Madrid. Su principal obsesión en este tiempo fue buscar un acuerdo de paz. Preocupado por las consecuencias que supondría para la inmensa mayoría de la población la derrota de la República. Besteiro fue el único de los 28 miembros de la junta que permaneció en Madrid.

Con estas palabras se lo relataba a Regina García, directora del diario, La Voz: “Me quedaré con los que no pueden salvarse. Es indudable que facilitaremos la salida de España a muchos compañeros que deben irse, y que se irán por mar, por tierra o por aire; pero la gran mayoría, las masas numerosas, esas no podrán salir de aquí, y yo, que he vivido siempre con obreros, con ellos seguiré y con ellos me quedo. Lo que sea de ellos será de mí.”. Moriría el 27 de septiembre de 1940 en una cárcel en Carmona en unas condiciones miserables. Ramón Serrano Suñer lo dejaba bien claro: “Hemos de reconocer que dejarle morir en prisión fue por nuestra parte un acto torpe y desconsiderado.”

Javier Berges Palacio: Sº de Memoria Histórica y Justicia Social de las JSPZ