Federica Montseny
(12 de febrero de 1905, Madrid- 14 de
enero de 1994, Francia)
“El presente lo veo difícil. Hay muchos obstáculos en
el camino, pero el futuro me parece optimista. España ha sido siempre un país
de libertarios, en el sentido más amplio de la palabra, y se vuelve a pensar en
anarquista. El anarquismo está en el vórtice de los movimientos ecologistas y
juveniles. Nosotros éramos una minoría, sobre todo las mujeres, pero el futuro
indudablemente traerá una afirmación de nuestras ideas. Hay que trabajar,
escribir y editar para conseguirlo”.
Federica Montseny nació un 12 de
febrero de 1905 en Madrid, en el seno de una
familia de intelectuales, escritores y reconocidos anarquistas. Su ambiente
familiar marcó su vida de una forma muy importante, se desarrolló rodeada de
periódicos, libros y revistas, para ella palabras como libertad o solidaridad
eran vocablos comunes dentro de los muros de su hogar. Gran parte de esta
influencia proviene de sus padres, Juan Montseny y Teresa Mañe importantes figuras
dentro del movimiento libertario español. Ambos entendían la educación como una
pieza esencial para cambiar la sociedad en la que vivían, poniendo el acento en
su extensión como herramienta de liberación de hombres y mujeres. De estas
ideas, se impregnaría Federica y conformarían la personalidad de la futura
mujer valiente y luchadora que llegaría
a ser.
Además de ser una ávida lectora, también fue una prolífica escritora,
con tan solo quince años ya había publicado su primera novela, Hora Trágicas. Tres años después
empezaría a colaborar en sendos periódicos y revistas como es el caso de Solidaridad Obrera y en La Revista Blanca. El año del advenimiento de la II República,
Federica decidió afiliarse a la CNT, organización en la que irá adquiriendo cada
vez mayor peso y protagonismo debido a su capacidad oratoria y su energía a la
hora de defender sus postulados políticos. El verdadero momento álgido de su
carrera política llega en el Congreso de la CNT celebrado en Zaragoza, momento
en el que entrará en el comité peninsular de las FAI y en el nacional de la
CNT. En noviembre de 1936 es nombrada ministra de Sanidad y Asistencia Social
del gobierno de la República, convirtiéndose en la primera mujer de España en
ocupar una cartera ministerial y una de las más precoces también del continente
europeo. Su mandato fue breve, pero estuvo caracterizado por la gran actividad
que le insufló su protagonista, logrando alcanzar algunos hitos como la
promulgación de la primera ley de interrupción del embarazo o la coordinación
de la salida de miles de niños y niñas para evitar que sufriesen los horrores
de la contienda militar.
Su pensamiento político estuvo marcado por una fuerte defensa
del movimiento obrero, una concepción negativa del Estado, al que tachaba de
opresor y de ser un instrumento que cercenaba los derechos universales, y una
puesta en valor de la igualdad y el
conocimiento como herramientas para la liberación de los hombres y de las
mujeres. Abogó por un sistema en el que
“el individuo sea el creador y dueño de su vida”,
dentro de “una idealidad basada en la posibilidad de organizar la sociedad
sustituyendo el estado por la administración de las cosas, por el pacto, por la
asociación de productores y la organización armoniosa, puesta la producción en
manos de los mismos productores”. Fallecería en el extranjero como tantos
hombres y mujeres de su generación que no procesaron las ideas que acabaron
imponiéndose a través de las armas y la violencia y que no les quedó otra
alternativa que el exilio para salvar su vida. Su ejemplo de vida y sus
escritos siguen siendo un referente para el movimiento obrero, intelectuales y
colectivos feministas.
Javier Berges Palacio: Sº de Memoria Histórica y Justicia Social de las JSPZ
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