El compromiso de una generación

Dolores Ibárruri (Gallarta, Vizcaya, 1895 - Madrid, 1989) Pensé en ser religiosa y abandoné la fe. Quise ser maestra de niños y fui pr...

Dolores Ibárruri, la Pasionaria

Dolores Ibárruri (Gallarta, Vizcaya, 1895 - Madrid, 1989)


Pensé en ser religiosa y abandoné la fe. Quise ser maestra de niños y fui propagandista revolucionaria; soñé en la felicidad y la vida me golpeó con dureza, en lo más íntimo, en lo más entrañable…

(Dolores Ibárruri <<Pasionaria>>, Memorias)

Dolores Ibárruri nació un 9 de diciembre de 1895 en un pueblo de la provincia de Vizcaya conocido con el nombre de Gallarta. Sus progenitores trabajaban en la mina y Dolores jamás olvidó sus raíces, teniéndolas muy presentes a lo largo de su vida: “Soy pues, de pura cepa minera. Nieta, hija, mujer y hermana de mineros… Yo no he olvidado nada”. Se crió en el seno de una familia trabajadora, que gracias al trabajo de ellos, pudo acceder a la escuela hasta la edad de quince años. En dicho transcurso albergó la idea de dedicarse al mundo de la enseñanza y entrar en la Escuela Normal de Maestras para hacerla así posible. No obstante, la situación económica hacía inviable aquel sueño debido al enorme coste económico que implicaba, las posibilidades familiares eran limitadas. Por ello, Dolores tuvo que buscar otra alternativa, la academia de corte y confección le permitió encontrar un empleo como sirvienta. Con tan solo veinte años se casaría con Julián Ruiz, un minero socialista en la localidad de Padua. En dicho matrimonio Dolores únicamente encontró desesperación, sufrimiento y violencia física. Ante la dureza de la realidad conyugal buscó esparcimiento en la lectura, en especial la literatura marxista.

La revolución de octubre de 1917 significó para ella un rayo de esperanza. Un año más tarde, como consecuencia del artículo para El Minero Vizcaíno adquirió el seudónimo que le acompañaría toda su vida y por el que sería recordada, Pasionaria. Dicho seudónimo se debió a que su artículo se publicó en Semana Santa. En 1930 será elegida miembro del Comité Central del Partido y un año más tarde le llamarán para trabajar de periodista en el periódico del Partido, Mundo Obrero, trasladándose a Madrid. Como consecuencia del IV Congreso del PCE en Sevilla fue nombrada responsable de la Comisión Femenina del Partido. Será encarcelada varias veces por las autoridades del gobierno, siendo finalmente puesta en libertad en enero de 1933. A pesar de la dureza de la experiencia, Dolores no renunció a sus ideales y meses después de obtener su libertad, viajó a la Unión Soviética como delegada al XIII Pleno de la Komintern. En agosto de 1934 asiste al Comité Mundial contra la Guerra y el Fascismo.

Será durante la Guerra Civil Española cuándo su figura adquiera verdadero protagonismo y pase a la primera plana de la acción política, ocupando tras José Díaz, secretario general de la organización, la segunda posición dentro del partido. Fue pieza esencial a la hora de conectar con el pueblo, escribir y publicar discursos y elevar la moral de los combatientes en el frente. Suyo es el lema: “¡Los fascistas no pasarán! ¡No pasarán! El 8 de septiembre de 1936 junto con una representación del gobierno republicano fue a Francia a intentar convencer a la población de que vendiesen armas a España. En el Vélodrome d'Hiver de París emitió una de las frases más recordadas: “El pueblo español prefiere morir de pie a vivir de rodillas”. A pesar de no entender el idioma de la oradora, los ahí presentes mostraron un sentimiento de cierta comprensión con el significado de tales palabras.

Con la llegada de los brigadistas internacionales para defender la capital el 6 de noviembre hizo hincapié en la importancia de la batalla que se estaba librando en territorio español: Vosotros lucháis y hacéis sacrificios por la libertad y la independencia de España. Pero España se sacrifica por todo el mundo. Luchar por España es luchar por la libertad y la paz en todo el mundo.”
Con el final de la guerra, y la derrota republicana no le quedó otro camino que el exilio. Huyó a Argel, después a Francia y finalmente a la Unión Soviética, lugar en el que residiría hasta 1977.  En 1942 ocuparía la secretaria general del PCE, cargo del que sería desplazada por Santiago Carrillo en 1960, pasando a ocupar la presidencia honorífica del mismo. Con la muerte de Franco volvió a España el 13 de mayo de 1977, siendo elegida de nuevo diputada por Asturias en 1977. Murió a los noventa y tres años de edad, el 12 de noviembre de 1989, cuando el Muro de Berlín empezaba a caer y la Unión Soviética daba síntomas más que evidentes de colapso. Sus discursos, sus mensajes radiofónicos y su enérgico compromiso en la defensa el régimen republicano fueron esenciales para mantener viva la llama de la resistencia. 


Javier Berges Palacio: Sº de Memoria Histórica y Justicia Social de las JSPZ

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