El compromiso de una generación

El día seis de febrero no es un día de celebración, no es un día para festejar. Ésta es una jornada para reflexionar, para reivindicar, par...

#EndFGM

El día seis de febrero no es un día de celebración, no es un día para festejar. Ésta es una jornada para reflexionar, para reivindicar, para luchar, para recapacitar.

Hoy, conmemoramos mundialmente a aquellas millones de mujeres que han sido y que continúan siendo vejadas, humilladas, discriminadas, sometidas, torturadas, mutiladas. Hoy, seis de febrero, en el Día Mundial de Tolerancia Cero a la Mutilación Genital Femenina, recordamos que, a diario, se siguen violando los Derechos Humanos de cientos, miles de mujeres y niñas.

A 2017, según informes de la Organización de las Naciones Unidas o la Organización Mundial de la Salud, más de 200 millones de niñas y mujeres han sido mutiladas genitalmente, en un grado más o menos amplio de la acepción, de las cuales, 44 millones son niñas menores de 14 años de edad. Anualmente, tres millones de niñas sufren esta violación de su integridad física y psicológica (tres millones, nada más y nada menos, el equivalente al total de la población de países como Mongolia o como el Estado norteamericano de Iowa). En Gambia, Mauritania o Indonesia, más de la mitad de las niñas de 11 años han padecido la MGF y, en Guinea o Djibouti, asciende hasta el 93 y el 97% el porcentaje de mujeres entre los 15 y 49 años afectadas. En un plano geográfico más cercano, en nuestra región, Aragón, son 2.228 mujeres entre 0 y 18 años las que están en riesgo de sufrir esta mutilación (que cada vez se produce a edades más tempranas y vulnerables), al provenir de países o regiones donde esta práctica está establecida.
 
Imagen obtenida de www.un.org
La mutilación genital femenina, es una clase atroz de violencia de género que se asienta sobre una de las bases más peligrosas por la gran dificultad que entraña el acabar con ella: la cultura, la costumbre. Cuando se aducen argumentos tan de las entrañas como éste, presentes en regiones como costumbres milenarias que se mimetizan con el hecho de pertenecer a una sociedad, a un pueblo, los esfuerzos para intentar combatirlos se multiplican exponencialmente. Digo esto porque, el trabajo que hay que realizar para con estas sociedades donde se continúa llevando a cabo esta práctica brutal, no finaliza con el hecho de poner a salvo a esa mujer, de evitar que se la mutile, sino que también hay que abordar todo lo que esto conlleva después: marginación, discriminación, soledad, desprecio del resto del entorno de la mujer no mutilada a la que se ve como diferente, como quebrantadora de la esencia tribal.

El abordaje para diezmar y terminar con esta práctica se debe de llevar a cabo desde múltiples focos. En el ámbito que más al alcance tenemos, el de las niñas y mujeres en riesgo que viven en nuestro territorio, se debe de tejer una alianza entre los servicios legislativos, de educación y sanitarios para, no sólo impedir legalmente esta práctica y eliminar su aplicación, sino para eliminarla también de la mentalidad de las afectadas y su entorno, como algo normalizado, como algo justo, trabajando con ellos desde los centros de estudios y los centros de Atención Primaria que más contacto y fácil acceso tienen a los implicados. Un ejemplo de este tipo de intervención es el excelente "Protocolo Para La Prevención Y Actuación Ante La Mutilación Genital Femenina en Aragón", elaborado por el Instituto Aragonés de la Mujer y el Gobierno socialista de Aragón en el año 2016.

A nivel global, son necesarias actuaciones, protocolos y colaboraciones internacionales con los gobiernos y autoridades de los países y regiones donde se asienta esta práctica porque, como reza el tema de este año de las Naciones Unidas (Construir un puente sólido e interactivo entre África y el mundo para acelerar la erradicación de la mutilación genital femenina antes de 2030), sólo pensando y actuando en global y colaborativamente, se podrá terminar con esta lacra.

Son muchos y con profundas raíces los retos que la MGF presenta, pero nunca la lucha feminista ni la lucha por la igualdad fueron batallas fáciles, ni quienes en ella se embarcaron tuvieron jamás el rendirse o la derrota como una opción.


Este seis de febrero, como todos los anteriores y todos los que quedan por venir antes de lograr la victoria de los Derechos Humanos sobre esta maldita tradición, seguiremos reivindicando y trabajando por un mundo libre de la opresión y mutilación de la mujer por el mero hecho de ser mujer.


Daniel Martín Bernad, Sº de Igualdad y Comunicación de las JSPZ

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