Otro 28 de junio y las Juventudes Socialistas volvemos a salir orgullosos y orgullosas a reivindicar los derechos del colectivo LGTB. Para esta organización, el Día del Orgullo LGTB significa mucho; por un lado, es un día de alegría y celebración por los derechos merecidamente ganados y combatidos para el colectivo, y, por otro, un día de reivindicación por los que nos faltan y los que entran en riesgo de desaparecer.
Más que nunca, se hace necesario establecer un frente común y cohesionado, libre de luchas internas, y que nos permita hacer cara al peligro que la extrema derecha encarna en nuestras instituciones. El colectivo LGTB no es una masa uniforme y aleccionada, sino que somos diversos en muchos sentidos; pero nos une el pegamento de la lucha por unos derechos que son nuestros y hemos de ponerlos en relieve.
Desde 2005, cuando el gobierno socialista de Zapatero aprobó el matrimonio igualitario, España se ha convertido en un referente mundial para el colectivo; hemos sido un espejo para otros países y un refugio para los que, desgraciadamente, no han encontrado en el suyo propio un lugar que los acoja y entienda.
No obstante, la situación actual es alarmante. Nunca la extrema derecha ha tenido tanto poder en nuestras instituciones desde 1978; aupados por un Partido Popular cómplice, que vende nuestros derechos a cambio de cuatro escaños y, después, tiene la desfachatez de erguirse adalides de la libertad. Está claro que tenemos conceptos muy diferentes de libertad (ellos son más de libertad “húngara”).
El PIN parental o derogar la legislación trans y LGTB son solo la punta del iceberg de la intolerancia que amenaza con hundir el barco de la verdadera libertad que hemos ido construyendo gracias a años de lucha LGTB. Estas políticas son el abono de una España gris e intolerante, en la que no es seguro darte la mano con tu pareja en público o en la que tener “pluma” es algo de lo que avergonzarse. Las instituciones y las fuerzas políticas tienen una gran influencia en la gente y con su discurso lo único que hacen es normalizar lo que no es normal: el odio.
Por ello, la unidad del colectivo, aun sabiendo nuestras diferencias, es la fuerza de este. El enemigo ya está cerca de nuestras filas y hay que concentrar nuestras energías en desarmarlo. Dejemos bien claro que la intolerancia no tiene cabida en nuestra sociedad y que los cómplices que permiten que estos lleguen al poder van a quedarse solos. No olvidaremos quién se opuso al matrimonio igualitario y tampoco olvidaremos a los que permiten que la ultraderecha condicione nuestras vidas.
Salgamos a luchar juntos y juntas por nuestros derechos, las Juventudes Socialistas estaremos a vuestro lado.
Mario Fortanet Anadón
Secretario de Igualdad LGTB, Diversidad y Política Institucional
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