Cada 21 de septiembre se celebra el Día internacional de la Paz en todo el mundo. Esta fecha está fijada por la Asamblea General de la ONU desde 1981, dedicada a "conmemorar y fortalecer los ideales de paz en cada nación y cada pueblo entre ellos".
Sin embargo, esta premisa no nace de un día para otro, ni es novedosa como tal. A veces las y los ciudadanos tenemos que saber de dónde venimos para saber a dónde vamos dentro de esta sociedad de la inmediatez y lo superficial en la que vivimos. Por ello, nos gustaría rescatar la figura de uno de los socialistas que acuñaron el significado de internacionalismo y pacifismo a la izquierda en general y al socialismo en concreto: Jean Jaurès.
Jean Jaurès, nacido en 1859, fue el principal defensor del antinacionalismo y del pacifismo como posiciones inherentes más que a la perspectiva de clase, al humanismo; en un contexto altamente tensionado por la inminente colisión de las potencias europeas ante lo que posteriormente sería la Primera Guerra Mundial.
Proveniente de una familia perteneciente a la pequeña burguesía, empezó su militancia en los "republicanos", un partido cercano a los socialistas en aspectos sociales pero por entonces menos violentos que ellos y más moderados en otras materias. Esto no le impidió pactar leyes de libertad sindical, normas laborales de protección especial para sindicalistas en sus puestos de trabajos, y planes de jubilación para obreros.
El momento en que despertó su espíritu socialista fue en el que el alcalde de un pueblo de su circunscripción, Carmaux, fue despedido de su puesto de trabajo como minero por el propietario de las minas, el marqués de Solages, desatándose una serie de huelgas mineras donde tuvo que intervenir el ejército. Jaurès, que en un principio era neutral, acabó inclinándose por apoyar a los mineros ante lo injusto de la situación y lo desproporcionado de la actuación gubernamental.
Pero por lo que se le recuerda, es por combatir el peligro de la guerra europea sin rendirse, especialmente tras el estallido de las Guerras Balcánicas. Así, como una de sus medidas concretas, se opuso a la ley que alargó a tres años el servicio militar obligatorio, y como reflejó su pensamiento nos dejó "la alianza de los Pueblos".
Ante el ultimátum austríaco contra Serbia, tras el asesinato del Archiduque Francisco Fernando en Sarajevo, Jaurès se distanció del chauvinismo que crecía en Francia y en su discurso en Lyon, el 23 de julio de 1914, culpó de este escenario a la "política colonial de Francia, la política hipócrita de Rusia y la brutal voluntad de Austria". Llamó a los obreros de todos los países que estaban al borde de enfrentarse en la guerra a unirse para alejar "la horrible pesadilla".
Finalmente, Jaurès pagó sus ideales con la vida, siendo asesinado por un fanático nacionalista tres días después de que se iniciara la Gran Guerra. Tres años después de su asesinato, Trotsky, quien lo llamó el "más grande de los hombres de la Tercera República", concluyó: "Jaurès, atleta de la idea, cayó en la arena combatiendo el más terrible azote de la humanidad: la guerra. Y pasará a la historia como el precursor, el prototipo del hombre superior que nacerá de los sufrimientos y las caídas, de las esperanzas y la lucha".
Guillermo Ortiz (Secretario de Política Internacional y Europa de las JSA-Zaragoza).
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